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Ernesto Sánchez Sánchez (Proyecto Texcoco en el Tiempo)

De acuerdo a las crónicas históricas, el 28 de abril de 1521 unos barcos del tipo bergantín fueron lanzados al lago de Texcoco, estos servirían para aventajar en la guerra contra Tenochtitlan. Con el tiempo, el sitio de su construcción y tránsito en Texcoco se perdió, quedando presente en algunos vestigios y la historia oral hasta que en el siglo XIX fue construido un monumento que lo señalaría, sin embargo, no se han documentado adecuadamente las razones que sustenten su construcción en ese lugar. Este trabajo intenta clasificar la información disponible, mediante la comparación de los relatos históricos que aportan detalles, documentos posteriores y vestigios materiales.

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1. Las crónicas históricas

Las crónicas históricas de la conquista del centro del México actual, son las fuentes primarias de muchos datos y del interés en el episodio de los bergantines. Casi todas señalan la importancia del suceso en mayor o menor grado. El conjunto de ellas y su variedad son copiosas, lo que abona a la confrontación de testimonios, pero complica el análisis sobre su validez temporal-específica. Las motivaciones para escribirlas, las visiones parciales y el origen de los datos son la principal causa. Se han elegido los textos de Cortés, Bernal Díaz y Francisco de Aguilar por ser testigos directos; los de Anglería, Torquemada y Cervantes de Salazar por haber recibido noticias de la época o haber charlado con involucrados directos e indirectos y el de Ixtlilxóchitl por poder aportar detalles desde una óptica regional. Ixtlilxóchitl es un caso especial, si bien existen extensos estudios sobre los detalles acerca de la validez historiográfica de su obra[1], hay indicios de que su trabajo puede reflejar adecuadamente vestigios materiales[2].

Es evidente que la discriminación también se hizo conforme a que, a pesar de que todas las crónicas consultadas hablan de los bergantines, no todas pueden aportar elementos al debate sobre la ubicación del sitio que nos ocupa. Por lo que quedaron fuera los textos de Sahagún, Gomara, Muñoz Camargo, Anales de Tlatelolco, Motolinía o Durán[3], que también podrían calificar en la elección de fuentes.

Quizá las más antiguas sean la segunda y tercera cartas de relación de Hernán Cortés (escrita en 1520 y 1522, respectivamente) que si bien no aportan demasiados detalles[4] por su naturaleza global del relato de la conquista del centro de México[5], nos presentan datos importantes como la distancia del sitio de armado de los bergantines con respecto a la orilla del lago de Texcoco[6] y algunas características sobre el lugar donde se hizo la zanja. Es este aspecto el más interesante ya que menciona que va “… por cabe los aposentamientos hasta dar en la laguna”.[7] De las mismas cartas sabemos que los españoles, o algunos de ellos, fueron aposentados en los palacios de la nobleza acolhua durante su estancia en Texcoco[8].

En De Orbe Novo, cercano a 1520, Anglería menciona que en un pequeño arroyo que desemboca en el lago[9] los españoles soltaron los bergantines y que la hazaña de construirlos no lo hubiera logrado ni el imperio romano en su mejor época[10]. Aquí lo interesante es que cambia la idea de que es un canal/zanja, mencionando que es un arroyuelo. Por lo que requiere de una fuente de agua corriente que lo alimente.

Cervantes de Salazar, en 1560, dedica todo el capítulo LXXII de su Crónica de la Nueva España a describir el suceso, recalca que se encontraban a media legua de la laguna y que existía un pequeño arroyo con poca agua, que tuvieron que ensanchar y hacer doce presas para que cupieran y flotaran los bergantines. Él mantiene en el relato la idea del arroyo con poca agua.

Alrededor de la década de 1560, fray Francisco de Aguilar, quien había sido soldado de Cortés, escribe escueto pero contundente en su Relación Breve de la Conquista de la Nueva España que una vez terminados los bergantines “…se hizo una acequia honda por un arroyo que iba hasta la laguna…”[11].

En la tardía mención de Fray Juan de Torquemada en Monarquía Indiana de 1615 se nos revela, además de una interesantísima reflexión sobre la hechura de los bergantines en Tlaxcala, que los barcos se armaron en uno de los límites de la ciudad prehispánica de Texcoco y ahí mismo se abrió el canal para que transitaran: “…y todos cuantos quieren lo veñ porque esta en la misma ciudad y comienza de sus últimas casas.”[12]

En la obra de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, podemos detectar varios pasajes relativos a los bergantines con énfasis en la batalla de la laguna. Existe uno bastante claro sobre la ubicación de la zanja: “…mandó hacer Ixtlilxóchitl una zanja profunda que tenía más de media legua de longitud, con la profundidad necesaria, que corría desde dentro de los jardines y palacios del rey Nezahualcoyotzin su abuelo, hasta dentro de la laguna…”[13].

Por su parte, Bernal Díaz del Castillo en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España de 1632,  menciona que “…acordó Cortés… que se hiciese alarde, el cual alarde se hizo en los patios mayores de Tezcuco… y de estos se sacaron para los trece bergantines…”[14] que nos indica el sitio en el que se pasó revista a las tropas para subirlas a los bergantines, lo que nos lleva a pensar que no debería estar lejos del lugar donde los españoles estaban hospedados (los palacios de la nobleza).

Hasta aquí, los relatos aportan tres elementos que se complementan: a) existe un espacio (zanja, canal, arroyo) con agua que dista media legua de la laguna, b) el espacio donde iniciaba se encuentra dentro de un palacio acolhua y cerca de la plaza principal, probablemente el de Nezahualcóyotl, c) El espacio de armado de los bergantines está al sur de la ciudad prehispánica de Texcoco.

Lo que nos remite a la distribución de la ciudad prehispánica de Texcoco que, a pesar de ser de vital importancia para diferentes investigaciones, no se ha desarrollado con toda profundidad. Existen algunas notas basadas principalmente en interpretaciones inexactas de fuentes documentales coloniales[15] y textos que parten de la escaza investigación arqueológica e historiográfica sobre la ciudad prehispánica[16]. Hay dos notables excepciones: La tesis de Coronel (2005) y el trabajo de Parsons (1971) han sido las investigaciones que más abundan en el tema. La primera afianzando esos escasos trabajos arqueológicos con la revisión bibliográfica en crónicas históricas y otras fuentes documentales. La segunda utilizando datos derivados de su imprescindible recorrido de superficie.

Estas proponen una distribución cercana al modelo surgido en Tenayuca con un templo mayor y recinto ceremonial que es atravesado por dos calzadas que dividen la ciudad en cuatro grandes barrios: un centro ceremonial nucleado. De acuerdo a esta configuración y a evidencia histórica de diferentes épocas, el templo mayor de Texcoco se encontraría al centro y a un costado uno de los palacios de la nobleza acolhua, de acuerdo a la hipótesis de Horcasitas (1978), el llamado Ahuehuetitlán. Siguiendo lo dicho en las crónicas de Ixtlilxóchitl o de Francisco Hernández, este palacio vendría a ser el de Nezahualcóyotl[17]. Por su ubicación preponderante junto al templo mayor de Texcoco, frente a la plaza y calzada principal, se infiere que bien podría ser el mayor y más importante palacio dentro de la ciudad[18]:

“Este mismo rey de Tetzcoco erigió dos palacios reales de los cuales quedan hoy vestigios. Uno de ellos dentro de la ciudad y junto a la plaza donde se celebran los mercados que acostumbran los indios semanariamente.”[19]

El otro palacio al que se refiere Hernández es Tetzcotzinco (fuera de nuestro objeto de estudio), sin embargo, existía otro gran palacio dentro de la ciudad nuclear, el conocido como de Nezahuapilli[20], ubicado en la parte norte de la ciudad. Este último ha sido motivo de confusión en un reciente trabajo sobre los bergantines que se analizará más adelante[21].

Es curioso que documentos pictográficos no consignen la hechura de los bergantines en Texcoco, ya que ni el minucioso códice en Cruz lo registra. El códice Azcatitlan y el Lienzo de Tlaxcala sí los registran, pero para su uso durante la batalla por Tenochtitlan. Tal vez la única excepción es la enigmática imagen del códice Durán (figura 1), donde podemos ver su hechura, con una evidente influencia europea en el estilo del dibujo. Aun así, es difícil asegurar, si el mismo se refiere a la hechura en Tlaxcala o Texcoco, aunque es de suponer que solo fue armado un bergantín a modo de prueba en Tlaxcala y el grueso de los otros en Texcoco, por eso se supone que esta última opción es la representación correcta.

Figura 1. Hechura y botadura de los bergantines en Texcoco (Códice Durán, p. 216).

2. Menciones del sitio en documentos posteriores

Conviene hacer una revisión de los documentos que mencionan el sitio identificado como aquel donde se botaron los bergantines, aunque no hayan sido de testigos directos. Si bien, para este texto no se logró realizar una exhaustiva investigación en archivos locales por su inaccesibilidad actual[22], sí se pudieron identificar varios documentos bibliográficos que presentan referencias[23].

La más antigua que se encontró, aparece en un pie de página de Historia de Nueva España (1770), que recopila algunos documentos antiguos, principalmente las cartas de relación de Hernán Cortés anotadas por Francisco de Lorenzana. En ella se menciona que la acequia se encuentra junto a Texcoco y “…se ve hoy como un puente…”[24], además nos dice que ya se encuentra “…ciega, y sería muy útil para el pueblo que se abriera”[25].

La siguiente mención llega 56 años después, en 1826, de la mano de Carlos María Bustamante, quien, en otro pie de página, menciona que “Existe un cal y canto fuerte que sirvió para botar los bergantines. Este es un punto limítrofe entre la hacienda de Chapingo y Tezcoco. Hoy es aquel lugar tierra firme y de pan llevar… llámanle con error puente de los bergantines, no fue sino un astillero”[26]. En este caso se retoma el nombre de “puente”, que debió haber sido dado por el parecido de los vestigios con uno o porque posteriormente se construyó para poder cruzar. Ya no se menciona tácitamente la zanja, a partir de este testimonio se hablará constantemente de un “puente”. El dato se complementa con una ubicación al sur de Texcoco: entre Chapingo y el poblado. Si bien desconocemos los conocimientos profundos de Bustamante sobre los límites territoriales de la hacienda de Chapingo, mapas posteriores[27] muestran que el límite estaría en el río San Lorenzo/Tetlanapa/Texcoco, en el llamado puente San José.

Diez años después Charles Joseph Latrobe (1836) menciona el puente de los bergantines “…muy cerca del pueblo…”[28] de Texcoco. Hace notar que la zanja ya no es visible o que por el azolve volvió a tener la apariencia de un arroyuelo.

De acuerdo al cronista Cruces (2015), el pilar que conmemora el sitio se colocó en 1875. En 1913 Edith O’Shaughnessy ya menciona el pilar: “Ahí hay una gran columna cerca de Chapingo la cual señala el lugar donde Cortés botó su bergantín…”[29], y también menciona el puente al hablar de una pulquería: “Ahí estaba una muy buena cerca del pequeño puente virreinal, con un maltratado escudo de armas, justo antes de entrar a Texcoco llamada Las Bergantinas …”[30].

El proceso de cambio identificable en el espacio queda planteado en las citas. Desde haberse convertido en un canal “ciego” con vestigios parecidos a un puente (quizá un puente de verdad o los vestigios de un astillero), pasando por la desaparición total del canal y permanencia de los vestigios, hasta la desaparición de los mismos quedando la columna conmemorativa y la pulquería, remanente en la memoria popular.

Un aspecto que debe tomarse en cuenta es que quizá los autores hayan confundido diferentes sitios, como el puente San José con el de los bergantines, o que el llamado puente hayan sido vestigios arqueológicos sin identificar del todo. A este respecto Noguera (1972) menciona un montículo llamado Los Bergantines que “…es el más famoso ya que, según la tradición, de allí partieron las naves que fueron a conquistar Tenochtitlan”[31], pero no abunda más en el tema. En 2005, de la excavación del predio conocido como Ahuehuetes[32] en Texcoco, surgieron datos en dos pozos de excavación relacionados con un canal[33] que parece extenderse hacia el oeste y que podría ser parte de la alimentación del arroyuelo/canal/zanja o incluso un tramo del mismo descrito en las crónicas históricas.

Cartográficamente, el lugar no aparece en un plano de 1813[34], ni como montículo ni como columna, puente o zanja, probablemente porque, al menos desde 1770 esta estaba “ciega” y quizá el montículo no era lo suficientemente importante; como sí los que aparecen: el Cerro de Los Melones y el Cerro de La Simona/El Cuate, esto es muy probable ya que se sabe de la existencia de otros montículos como Las Trincheras y estos no fueron plasmados en el mapa.

En otro mapa de 1897[35] ya se puede observar el sitio señalado como Puente de los Bergantines (figura 2). Es de esperarse, ya que la columna que señala el punto se encontraba ahí desde 1875. A partir de este punto existen copiosas fotografías que dan testimonio del cambio en el entorno y relevancia de la columna, pero no serán analizadas aquí.  

Figura 2. El sitio de la columna ya aparece designado como Puente de los Bergantines. Guzmán, Ignacio. Plano Topográfico de la ciudad de Texcoco. Escala 1:5000. Vulfrano Vázquez. 1897.

3. Otras propuestas de ubicación

Además de la ubicación actual de la columna, existen un par de propuestas más acerca de la ubicación del sitio de los bergantines, no siempre bien fundamentadas.

En el siglo XIX el antropólogo Edward Tylor fue informado, al visitar Texcoco y probablemente por Bowring[36], que en el poblado de Huexotla se habían botado los bergantines. En su libro “Anahuac, or México and the mexicans, ancient and modern”[37], describe su visita y hasta incluye un dibujo del famoso puente de los bergantines (figura 3). La ubicación propuesta y la imagen del puente nos hace identificar el sitio como el cruce del Puente Roto, en el río San Bernardino. Existen otros testimonios, algunos de tradición oral, que incluso han identificado uno de los vestigios cercanos al puente, probablemente de origen prehispánico, con el punto de donde se ataron estos barcos[38]. ¿Es este lugar el sitio de los bergantines?, seguramente no. Ya que el lugar y el contexto histórico no corresponde a ninguna de las características tomadas de las crónicas históricas, con la salvedad de su ubicación al sur de Texcoco. Esto no ha impedido que esta hipótesis se haya perpetuado en textos posteriores como el de Caballero-Barnard (1973) y Urquiza (1993).

De reciente propuesta es esta otra de Ramírez Torres (2019), que identifica el sitio de los bergantines en la actual catedral de Texcoco e intenta señalar un canal popular en el siglo XIX como la zanja por donde zarparon los bergantines[39]. En ella, parte de la premisa de que el sitio de la columna actual se encuentra equivocado ya que se encuentra muy al sur y el aposentamiento del que escribe Cortés en sus Cartas de Relación es el palacio de Nezahuapilli. Sobre esto, hay que recordar que Torquemada (1975) indica que se encuentra en las últimas casas de Texcoco e Ixtlilxóchitl (1985) menciona que partieron del palacio de Nezahualcóyotl. Ramírez Torres encuentra similitudes físicas entre el canal del siglo XIX y la descripción que hacen las crónicas del siglo XVI, esto se explica porque la distancia a la laguna es parecida de un punto y otro, esto sin contar lo dicho por Lorenzana (1770), quien asegura que la zanja está “ciega” a mediados del siglo XVIII. Un estudio sobre la conformación del canal del siglo XIX abonaría mucho a este tema.

Figura 3. La forma del puente y su ubicación cerca de Texcoco muestra que se trata del llamado Puente Roto. Tylor, Edward. Anahuac, or México and the mexicans, ancient and modern. Longmans, Green, Reader and Dyer. Londres. 1861.

4. Propuesta y conclusiones

Las características del sitio del canal que llevó a los bergantines desde Texcoco hasta el lago nos dicen que estaba al sur de la ciudad prehispánica, era un arroyo o un canal ensanchado para que los barcos cupieran, se encontraba a media legua de la laguna, iniciaba cerca o dentro del palacio de Nezahualcóyotl, posteriormente dejó de existir (quizá por los aluviones del cercano Río Texcoco[40]) al menos en el siglo XVIII y para el siglo XIX se conservaron vestigios arqueológicos que investigadores relacionaron con los bergantines. Pasaron alrededor de 100 años entre la última mención del canal de los bergantines y la colocación de la actual columna.

Es difícil hacer aseveraciones tajantes en una historia tan fragmentada y llena de omisiones, pero es posible realizar una propuesta de ubicación. Partiendo de la tesis de Coronel (2005), ubicamos el palacio de Nezahualcóyotl enmarcado por las actuales calles Juárez, Abasolo, Nicolás Romero y Palmas. Nuestra zona debe cumplir con el requisito de estar cerca o dentro de un palacio acolhua, por lo que sería el punto geográfico inicial.

No se han podido identificar vestigios visibles de un canal que llegara al lago, pero más hacia el sur se encuentra el río Texcoco/Tetlanapa/San Lorenzo, que bien podría ser la fuente de agua que alimentara dicho canal o hasta él mismo. De cualquier forma, esta corriente limita nuestra zona hacia el sur, ya que el siguiente río es el Chapingo, muy cerca del poblado de Huexotla y más alejado de Texcoco.

Si retomamos el largo del canal descrito en las crónicas históricas, media legua que equivale a casi dos kilómetros y medio[41], se puede trazar una línea recta desde el palacio de Nezahualcóyotl hasta el nivel estimado del lago de Texcoco en 1521, para esto se toma de referencia el embarcadero prehispánico que Coronel (2005) ubica en el cementerio de Santa Cruz de Abajo. Las distancias medidas entre estos puntos equivalen a la media legua de las crónicas.

Los datos posteriores también mencionan un puente para cruzar el canal, por lo que se infiere que estaba en un camino de uso común para llegar a Texcoco, característica que concuerda con la tradicional avenida principal de la ciudad: la actual calle Juárez.

Así, la zona propuesta de acuerdo a la revisión de fuentes, se encuentra sobre la calle Juárez, iniciando al final de la antigua plaza mayor prehispánica y terminando alrededor de 300 metros hacia el sur, donde una línea recta trazada hacia el lago de Texcoco se encontraría con el río Tetlanapa (figura 4).

Figura 4. Ubicación de la zona de los bergantines en un mapa actual. En rojo el polígono del palacio de Nezahualcóyotl, en azul el cauce del río Texcoco y en amarillo la zona propuesta de ubicación.  Elaboración propia con Google Earth.

Con la información actual se carece de los detalles que hicieron colocar la columna de los bergantines, pero ha quedado dentro de la hipótesis presentada. Un trabajo de archivo arrojaría nuevo material, sobre todo para reconstruir la historia del canal en los siglos XVII y XVIII.

Referencias

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Pies de página

[1] Ver, por ejemplo, Patrick, L. (2016).

[2] Coronel Sánchez, G. (2016). Historia y arqueología en las narraciones de Alva Ixtlilxóchiltl. Historias Asombrosas del Acolhuacan, 1(5), 22-29.

[3] En el Códice Durán aparece la imagen de la construcción de los bergantines, pero no aporta muchos datos sobre ellos.

[4] “Este aspecto llama la atención de los receptores de la obra de Cortés – cronistas y poetas -, quienes se aprovechan de esta falta de detalles para ampliar el relato de los hechos.” Dolle, V. (2003). p.

[5] Esta será una constante en todas las crónicas por la misma razón.

[6] “Y desde donde los bergantines ligaron y la zanja se comenzó a hacer, hay bien media legua hasta la laguna”. De Gayangos (1866). p. 205

[7] De Gayangos. (1866) p. 205

[8] “…llegamos al cuerpo de la ciudad, donde nos habíamos de aposentar, que era una casa grande que había sido del padre de Guanacacin…”. De Gayangos. (1866) p.171

[9] “…a little stream empties into the lake, both banks of whch are bordered by houses separated by gardens.”. Anglería, Pedro Mártir (1912) p. 172

[10] Anglería, Pedro Mártir (1912) p. 172

[11] Aguilar, Francisco de. (30 de marzo). Relación breve de la conquista de la Nueva España. Mexicana. https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/detalle?id=_suri:DGB:TransObject:5c95760c7a8a0230b7329643#epubcfi(/6/24[id21]!/4/8[toc_id_8]/1:0). Octava jornada.

[12] Torquemada, Juan de (1975). p. 257

[13] Alva Ixtlilxóchitl, Fernando de (1985) p. 243

[14] Díaz del Castillo, Bernal (2011). p. 558

[15] Ver, por ejemplo, Ramírez López (2014).

[16] Por ejemplo, ver Hicks (1982) y Noguera (1972).

[17] Una explicación mayor puede consultarse en Coronel (2005).

[18] No es un objetivo de este texto analizar el debate sobre la ubicación o existencia, del templo mayor de Texcoco, sin embargo, el sustento de los textos citados es suficiente para tomarlos de referencia. Desde luego, no están exentos de críticas.

[19] Hernández, Francisco (2015).

[20] Coronel (2005) p. 183-187.

[21] Ramírez, Celso. Consejo de la Crónica Municipal de Texcoco. 15 de julio de 2019. Ubicación del sitio donde fueron botados los bergantines de Cortés. [Publicación de estado]. Facebook. https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=842579112791817&id=807610149622047

[22] Esto se escribe durante las restricciones derivadas por la pandemia de 2021. Se espera poder profundizar este aspecto en el futuro, ya que complementaría aspectos que aun quedan en la oscuridad.

[23] Se destaca tangencialmente un documento citado por Huerta (2015), tomado probablemente de Moncayo (1979), una merced real a la gente de Santa Catarina del Monte, sin fecha citada, por: “…haber ayudado los indios de este lugar en la construcción del dique para botar los bergantines, se les concede por eternidad, montes y aguas de donde habitan…”. Muy probablemente del siglo XVII o XVIII, antes del testimonio de Lorenzana (1770).

[24] Lorenzana (1770). p. 234

[25] Ibidem.

[26] López de Gomara (1826). p. 28

[27] El más esclarecedor de ellos es Beltrán (1897).

[28] Latrobe (1836). p. 190.

[29] O’Shaughnessy (1916). p. 221

[30]O’Shaughnessy (1917). p. 89.

[31] Noguera (1972). p. 76.

[32] García, Coronel y Madrigal (2006).

[33] Comunicación con el arqueólogo Gustavo Coronel.

[34] Desconocido (1813)

[35] Guzmán (1897)

[36] Residente inglés, aficionado a las antigüedades locales, además de encargado de la fábrica de sal de Tepopoxtla.

[37] Tylor (1861).

[38]  Nieto (2016).

[39] Ramírez Torres, Celso. Consejo de la Crónica Municipal de Texcoco. 15 de julio de 2019. Ubicación del sitio donde fueron botados los bergantines de Cortés. [Publicación de estado]. Facebook. https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=842579112791817&id=807610149622047

[40] García, Coronel y Madrigal (2006).

[41] Una legua equivale a 5572 metros. 5572/2 = 2786 metros = 2.7 kilometros.