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Este trabajo es reproducido en Texcoco en el Tiempo con autorización de su autor. Las ideas expresadas son responsabilidad del mismo y no representan necesariamente las del Proyecto Texcoco en el Tiempo. El Proyecto abre este espacio a los investigadores independientes que tienen diferentes formaciones académicas con los objetivos de generar debate, reconocer labores y tender puentes entre distintas formas de estudiar el pasado. 

Autor: José Vargas García (Consejo de la Crónica Municipal de Texcoco).

Algo de lo que me dijeron quienes la vivieron o les contado sus mayores.

Me decía mi padre, quien nació en 1895, en Real del Monte Hidalgo; las minas de plata que ahí había, representaban una gran riqueza, estaban explotadas por ingleses, los cuales con motivo del centenario de la Independencia de México obsequiaron el Reloj Monumental de Pachuca, la maquinaria ,las esculturas y los adornos fueron de importación, pero la piedra fue de las canteras de Santa Rosalia, Tezoantla, Real del Monte, una de las cuales era del Señor José García Zarco y el acarreo Hasta Pachuca, en parte la realizó en carretas el Señor Guillermo Vargas, en Pachuca funcionaba el Consulado Inglés a menos de 100 kilómetros de la Ciudad de México, donde estaba su embajada.

Para trabajar en las minas, llegaba gente de muchos lados, había abundancia económica, circulaban monedas de oro y plata, a veces había que pagar comisión para cambiarlas, el dólar valía cincuenta centavos. Se disfrutaba de paz y tranquilidad, en las escuelas había una para niñas y otra para niños, a los padres que no mandaban a sus hijos los encarcelaban.

En Texcoco, me contó la Señora Rosa Vargas de Ayala, mamá de Laura y Alfonso, quienes tenían Los Baños del Recreo y luego los Cines Capri y Latino, que era amiga de las hijas de los dueños de la Hacienda El Molino de Flores y la invitaban a sus fiestas a la que asistían personas de la aristocracia con las que convivía. Mientras que cuando era la fiesta para los peones, mientras éstos estaban bailando, comiendo y tomando, ellas estaban en el balcón platicando y aburriéndose, solo contestado algunos saludos moviendo la mano.

Dice un dicho “Cada quien juzga la fiesta según le va en el baile”. Me dicen descendientes los trabajadores de las haciendas a principio del Siglo XX; que había dos clases de peones, los que ahí vivían, con trabajo seguro de por vida y los que eventualmente contrataban por temporadas. Las faenas eran de “sol a sol” es decir desde que amanece, hasta que anochece, los que manejaban yuntas tenían que iniciar más temprano para alimentar y alistar sus animales. Los encargados y capataces les exigían mucho, los humillaba, golpeaban, llegando algunas veces a ocasionar la muerte, el único aliciente que tenían, era tener seguros los víveres, aunque caros y limitados, con en sistema de “tienda de raya”

ESTALLA LA REVOLUCION,

Grupos armados pelean contra los temible soldados, la paz y tranquilidad se quebrantan, en los caminos que antes eran seguros, aparecen los que se decían “Revolucionarios”, a su paso dejan sufrimiento, dolor y lágrimas, se meten a las casas se roban víveres, todo lo de valor , las pocas armas y caballos para su causa, enrolan a jóvenes y hombres para aumentar su contingente, se llevan a las muchachas y violan a algunas mujeres, golpeando e incluso matando a quienes se oponían. Asaltan haciendas, vaciando sus trojes, llevándose animales y cosas, hasta muebles y obras de arte.

El pueblo en su mayoría no sabían los motivos de este movimiento armado, a su paso disparaban a todo lo que veían. El Señor Rafael Espinosa me dijo que le dio un aventón el General Landeros, en el trayecto vio un pastor y le disparo matándolo, se lo quería llevar, pero aprovechando que era día de plaza en Texcoco, se le escabulle, luego se enteró que lo habían emboscado ese día.

Algunas comunidades ponían centinelas en las partes altas como torres de las iglesias y montes para dar la alarma del arribo de estos contingentes, tocando las campanas o un disparo al aire (función que costó algunas vidas) para esconder todo lo posible; víveres, animales y sobre todo a las mujeres, así en los pueblos de la laguna, aquí en Texcoco, las ocultaban sumergidas en el agua entre los tulares. En Otumba tenían unos pozos, en los cuales había unas gorditas duras de masa para alimentarse, ya que a veces ahí permanecían varios días. Los Señores Carrasco de Texcoco, dicen que para guardar sus cosas y sus mujeres hicieron un sótano.

Me dijo Don Tomas Pérez que aquí en Texcoco, el cuartel de los carrancistas estaba donde hoy está el Centro Escolar Netzahualcoyotl y el cuartel de los zapatistas en la casa de los Aguilar, en la parte poniente del portal Pino Suárez.

En Tepetlaoxtoc, cuentan que los revolucionarios incendiaron el palacio municipal, saquearon la población y permanecieran por dos años, teniendo su cuartel en la Hacienda Maldonado, huyendo muchos de los habitantes a Otumba, Texcoco y la Ciudad de México.

Me cuentan que entre los Zapatistas había gente de los Pueblos de la montaña de Texcoco. Don Mariano Morales, me dijo que siendo Secretario del Ayuntamiento de Tepetlaoxtoc que en los años 50′ al ir a celebrar matrimonios a Apipilhuasco, San Juan Totolapa, San Jerónimo Amanalco y otros, vio máquinas de coser y muebles que no corresponden al tipo de casas del lugar de ahí en esa época, sino más bien parecen haber sido parte del saqueo.

En Texcoco me dijo Don Eduardo Ayala que era dueño de la Tienda que después fue El Oso, que en el último de los asaltos que sufrió fue saqueado, se llevaron muchas mercancías e invitaban a los que por ahí pasan a tomar lo que quisieran, se dio el caso de quién se llevó una caja de loza francesa y la cambió por una carga de maíz.

Aun así podemos considerar que en esta región fue poco violenta, porque en zonas alejadas se vivió más crítica esta situación.

En algunos lugares llegaban los revolucionarios y por las buenas o por las malas los provenían de abastecimientos, cuando llegaban los de otros bandos arremetían contra la población por este hecho. Me dijo el Profesor Ceferino Espinosa, de San Jerónimo Amanalco, que cuando se fueron los Zapatistas y llegaron los Carrancistas, detuvieron su abuelo, que había sido autoridad civil, lo fusilaron y enterraron frente a la puerta norte de la Iglesia de San Miguel Tlaixpan.

Me dicen amigos de Jalisco que los Cristeros cometieron las mismas agresiones que otros grupos armados a la población; robos, saqueos, violaciones y asesinatos. Hacían pasadizos o aprovechaban los existentes para ocultarse y sorprender al Ejército.

Varias veces parecía ya terminada esta situación caótica, después de breves períodos de supuesta paz, volvía a presentarse y decía el pueblo “es porque los jefes se pelearon “.

Por falta de seguridad casi no se sembraba, ya que los equinos que utilizaban para labrar la tierra eran botín de guerra y los utilizaban para combatir. Trabajando a mano o con yunta de bueyes, siempre con el temor de que se robaran la cosecha, dando lugar a escasez de alimentos, llegando a su clímax en el año 1915, al cual le dieron el nombre del “Año del Hambre”.

En pueblos cercanos a Texcoco, cuando se rumoraba que en tal o cual lugar repartirían maíz, la gente acudía tumultuariamente, algunas veces repartieron cebada, como no sabían consumirla hubo quienes se enfermaron.

En el año 1918 se presenta la Influenza Española, por la cual muchos murieron, ante esta situación me dijo mi papá, que mi abuelo pensaba comprar varios ataúdes, para utilizarlos si fuera necesario, ya que ante esa situación posiblemente se escasearían.

No se sabe realmente cuántas vidas costó nuestra revolución, además de los que cayeron en combate, los que fueron víctimas de bajas pasiones, cuántas novias o esposas murieron de “mal de amores” por la ausencia del compañero, que además de amor les daba sustento, o cuántas madres murieron llorando por la ausencia del hijo que contra su voluntad o por azahares del destino había sido enrolado u tal vez muerto en este movimiento.

En Real del Monte Hidalgo curiosa pero explicablemente no hubo combates, por ahí pasaron grupos armados, algunos permanecieron varios días, respetando a la población , las minas continuaron trabajando normalmente y no hubo escasez de alimentos, esto se da por la presencia de las compañías mineras que en este tiempo pasan de ser de Ingleses a Estadounidenses y estratégicamente no convenía crearles problemas.

Después de tanta Lucha entre los “grandes” aparece por fin la tranquilidad. El Presidente de la República General Lázaro Cárdenas, recorre el país, principalmente en tren, en cada estación el pueblo lo recibe y convive un rato con Él, me dijo el Lic. José Muñoz Cota, quien fue su secretario privado y pronuncio la oración fúnebre en su sepelio, que eran soldados vestidos de paisanos y sus familias, otro dato interesante que me dio es que el presidente Francisco I Madero cobró a la nación todo lo que invirtió en su moviendo armado.

Aquí en Texcoco, grupos que ahora llamemos bandoleros continúan con desórdenes y abusos cometidos durante la Revolución, principalmente robando. Aparece con autoridad no se si de la policía o del ejército el General Maldonado, quien por la menor falta fusila a quien la comete, como siempre con algunas injusticias, así se dice que un jovencito, casi niño lo sorprenden tomando
aguamiel de un maguey y lo fusila, que una madre se queja de que su hijo no la obedece ni ayuda, manda por él y sin más lo fusila.
Dice el Lic. Fernández Buendía quien ha sido presidente municipal de Chiautla, Mex, que durante la revolución vino a su municipio Emiliano Zapata a apadrinar una quinceañera y dialogar con su tropa, personalidades y amigos.

Dice el Dr. Antonio Huerta Paniagua, que le dijo la Familia Urusquieta que en la esquina de las hoy calles Morelos y Gonzalez Ortega se apostaban revolucionarios y mataban sin motivo a gentes que por ahí pasaban.

Dice la Cronista Carolina García Santillán, que a su abuelo que trabajaba en un ingenio azucarero en el Estado de Morelos, que en dos ocasiones lo aprendieron los Zapatistas y estuvo a punto de que lo fusilaron, pero se salvo por ser esposo de la maestra del lugar quien tenía amistad con El General Emiliano Zapata.

FRUTOS DE LA REVOLUCIÓN

En la Ley Agraria de 1915 se menciona El Ejido.
La Constitución de 1917 dice:
Queda prohibido el latifundio y se crea la pequeña propiedad que es por individuo:
-100 hectáreas de riego o humedad de primera, o su equivalencia.
-200 hectáreas de temporal.
-400 hectáreas de temporal.
-800 hectáreas de bosque, monte o agostadero en tierras áridas.
-150 hectáreas para algodón.
-300 hectáreas para plátano, caña de azúcar, café, henequén, hule, vid, cacao, olivo, quina, vainilla, palma, agave, nopal o árboles frutales.

La Pequeña Propiedad Ganadera es la superficie que no exceda por individuo para mantener hasta 500 cabezas de ganado mayor.
Se expide a las propiedades que cumplen estos requisitos el Certificado Inafectabilidad Agrícola o el Certificado de Inafectabilidad Ganadera.
Los excedentes de tierra que quedan al limitar las propiedades se reparten a núcleos de campesinos dando lugar al Ejido, que consta de tres partes; poblado, parcelas individuales, tierras comunales, además de zona de reserva. Teniendo como autoridades internas al Comisariado Ejidal, que integrado por un presidente, un secretario, un tesorero, varios vocales y los suplentes correspondientes. Además de un Consejo de Vigilancia.

Esta forma de tenencia de la tierra es indivisible, no es comerciable, se trasmite por herencias o donación solo se trasmite por herencia o donación, solo se permite su explotación agrícola, ganadera o forestal, además de la habitación en el área destinada al poblado.

Hubo reparto de tierras, en algunos lugares en forma pacífica, como en el caso de la Hacienda Tecuaco, en Epazoyucan, Hgo. donde el propietario acepto con gusto la repartición de tierras que por generaciones había pertenecido a su familia, pidiendo fuera entre los peones de la Hacienda y vecinos del lugar.

En ciertos lugares el reparto agrario dio lugar a violencia y persecuciones, como fue el caso en el hoy Ejido de Xocotlán, Texcoco, Mex. que persiguieron tratando de matar a un señor de apellido Trujano, que lidereaba a vecinos aspirantes a recibir tierras. En otros más, los rumores alteraron el proceso, como en la comunidad de Santiaguito, alguien les dijo que quien aceptara dotación de tierras, tendría que incorporarse al Ejército si hubiera algún brote de violencia en cualquier parte del País, por lo que la rechazaron y esas tierras que estaban destinadas a ellos Xala y Xolache, se las dieron a campesinos del vecino municipio de Chiconcuac. Algunos sacerdotes católicos en el municipio de Chiautla, amenazaron con excomulgar a quienes recibieran parcelas.

Para el reparto de los ejidos y su funcionamiento, se creó La Comisión Nacional Agraria, que fue substituida por El Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y luego por la Secretaría de la Reforma Agraria, siendo autoridades
– El Presidentes de la República
– Los Gobernadores de los Estados
– El Jefe de la dependencia y sus delegados regionales.

En 1992 se reforma el artículo 27 constitucional y da la posibilidad a los ejidos de convertirse en propiedades y permite las construcciones de acuerdo a los planes de desarrollo urbano de Estados y municipios.

Las autoridades ejidales son:
– La Procuraduría Agraria.
– El Tribunal Agrario
– El Registro Nacional Agrario.

Que son organismos autónomos de la entonces Secretaria de la Reforma Agraria, con autoridad propia, pudiendo solicitar y aceptar asesoría técnica de otras dependencia si fuera necesario.

José Vargas García
Consejo de la Crónica Municipal de Texcoco
27 de marzo de 2023.

Imagen: Jefe convencionalista de la guarnición de Texcoco, ca. 1914. Fuente: Casasola Zapata, Gustavo. Historia Gráfica de la Revolución Mexicana. Editorial Casasola. México, 1942.

Un comentario

  • Amador Espejo Barrera dice:

    felicidades señor Cronista. Su amigo Amador Espejo Barrera de Villa de Ayala, Morelos. Comuniquémonos por teléfono…